Palas o Atenea
Arte y ciencia: una convivencia feliz.
Palas Atenea, diosa de las ciencias, discutia con Apolo, dios de las artes: «¿Tú crees que tenemos que elegir entre arte y ciencia?».
Pues a mí me parece que no es necesario elegir, yo creo que arte y ciencia se superponen en muchos aspectos, comenzando con la noción de que ambas son expresiones del ser humano. Hace poco leí un cuento de… no me acuerdo, pero el libro se titulaba llamaba Estrellas que cambian su brillo en el tiempo. Un paseo por los espacios reales más allá de nuestra imaginación. Exponía que la creatividad, racionalidad y el uso de símbolos son parte constitutiva del arte, donde se conjugan
Grabado de Luis Vega Domingo
asombro, belleza, orden, equilibrio, impacto y sentido.
La ilustración científica fue durante muchos años, antes de la invención de la fotografía, la única forma de describir, conocer y difundir los hallazgos de las distintas especies. Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos y nuestra cada vez más enfermiza adicción a la inmediatez, es una disciplina que sigue atrayendo a más y más personas.
Según caminaban, y ante el fervor de su conversación, se fueron uniendo varias deidades y, como no podía ser de otra manera, se inició el turno de los asistentes.
Entonces a Atenea se le abrió el cielo y, de carrerilla, inició la exposición de su opinión y contó que el arte y la ciencia siempre han sido parte de su vida. Desde sus juegos, y desde lo que ella denomina su «oficina» –una fotografía de una orilla de playa– surgen las formas y colores de sus objetos de estudio que se prolongan hacia otro estado. Un nuevo estado que deja de lado la objetividad y la medición y se rige por otros códigos: las líneas, la geometría y formas de una ilustración, un grabado o los volúmenes de una pieza de cerámica.
Surgieron opiniones diversas, siendo una de las que tomó más fuerza la responsabilidad del actual sistema educativo, que intenta separar lo que, por naturaleza, viene unido: el arte y la ciencia.
Tener que escoger a muy temprana edad el camino «humanista» o el «científico» va encaminándonos hacia un mundo de conocimientos y competencias, pero alejándonos del otro. La creación y la curiosidad son aspectos inherentes en el ser humano, y en la búsqueda de responder a las preguntas que nos surgen no hay una sola respuesta, ni siquiera existe una sola forma de encontrar esas respuestas. La Ciencia y el Arte son solo dos de esas formas.
¿Seríamos capaces de encontrar ciencia en el castillo embrujado, en el bosque sin fin, dentro de la casa de chocolate, en el espejo mágico o en el tallo de judías?
«Sí», contestó Apolo, porque, a través del tradicional Érase una vez…», nos adentramos en conceptos científicos implícitos como, por ejemplo, en algunos de los cuentos más populares: Cenicienta, Caperucita Roja, el Lobo Feroz, Alicia o los cuarenta ladrones…Estos personajes saltan de los libros para contarnos todo acerca de la ciencia, y así poder diseñar multitud de módulos interactivos.
Si nos animamos, montemos una exposición con diez «libros» gigantes organizados alrededor de un bosque lleno de sorpresas donde se puedan explorar y escuchar los cuentos tradicionales. De esta manera, podremos descubrir los secretos del cacao en una fábrica de chocolate, enseñar a un desobediente Pinocho, construir la casa de los tres cerditos y ver si resiste el soplido del lobo, descifrar el código para entrar en la cueva de los cuarenta ladrones o visitar una habitación donde creces y encoges.
Luis Vega Domingo